2015. EL TEATRO DE LOS OFICIOS. LA ESCENOGRAFÍA Y EL VESTUARIO. ELISA SANZ
- Elisa Sanz
- 10 sept 2015
- 8 Min. de lectura
“La escenografía y el vestuario hablan”
Elisa Sanz desvela algunas claves de su de su magisterio para enfrentarse a una obra de teatro desde el denominado texto secundario
José Mª Caso
Elisa Sanz, por ejemplo, es una de las responsables de que Bajo terapia de Matías del Federico y dirección de Daniel Veronese sea un excelente montaje teatral. Fue el último estreno de EscenAvilés, cerrando las XXXVI Jornadas de Agosto. Ella aporta todo lo que ven salvo, claro, los personajes. Esos los ponen o los llevan encima o debajo los actores. El espacio, la disposición de los objetos, cuáles, dónde, el vestuario, sus colores, de qué época, son algunos de los imprescindibles de un montaje teatral. Son otros signos, además de las palabras. Buenas tardes, maestra Elisa Sanz.
—¿Y cuándo y por qué le da a una por hacerse cargo de los cachivaches y el ropaje del teatro?
—Pues cuando empieza a estudiar interpretación porque en realidad lo que le gusta es el teatro y descubre pues que el lenguaje de los actores no es el mismo que el que yo controlaba o deseaba mostrar. Para estar dentro de lo que me gustaba, que era el teatro, y descubriendo sus múltiples líneas. Cuando deseas estar en teatro lo primero que se te ocurre de joven es ser actriz. Pero una vez dentro ves que hay un mundo más allá de la interpretación, igual de importante para la puesta en escena. Es cuando decido meterme por este otro camino de la escenografía y el figurinismo.
—Me entusiasma solo recordarlo. El juego de los libros que desaparecen en la casa de Volodia cuando El crítico se decide a cantar,
—Sí
—el resumen estilizado del decorado teatral de su jardín y su cielo en El arte de la entrevista,
—Jm, jm.
—la claustrofobia amplia y sintetizada de Lluvia constante o ese mínimum oval o elíptico, no sé, con sus estupendas telas de El largo viaje… ¿Qué tal le sienta a Elisa Sanz que Veronese decidiera convertirla en todo un referente?
—Tss. Veronese en realidad no ha, tss, querido en Bajo terapia mucho diálogo entre la plástica y la puesta en escena puesto que su trabajo es muy, muy dirigir a los actores. Y nada tiene que estorbar.
—Lo digo porque en el arranque de la obra la citan, le citan el cuadro, que sobresale en la funcionalidad de la escenografía. Le citan: “Es un Sanz”, le puntualiza uno de los personajes a otro.
—Lo único que puedo, ja, ja, aportar yo más allá de lo que es, que los actores se sientan cómodos en un espacio fácil, es el cuadro. Porque, en la versión argentina, hacían referencia a un pintor de allí, yo me dije: “pues, bueno, aquí, creo que una gran mancha, algo que yo pueda pintar, que pueda aportar”. Y entonces Veronese lo introdujo rápidamente en el texto. Je, je. Como un guiño a mi trabajo, ¿no?
—No está al que a una la citen en escena.
—Pues sí. Ya que tantas veces nos obvian tanto en programas de mano como en carteles o críticas u otras referencias a las obras tanto escritas como orales..., pues ya, hombre, si te nombran es escena es la leche. Je, je.
—Y eso que ahora parece que la crítica ya entra por los signos que amplía el hecho teatral a mucho más que unos cuantos personajes en escena hablando.
—Sí pero todavía estamos a años luz. En Avilés, la verdad es que siempre tienen en cuenta la puesta en escena pero no es lo normal. Por ejemplo, en la última crítica en Madrid de Bajo terapia, ni siquiera se comenta. Ni para bien, ni para mal. Simplemente, actores, texto, interpretación, dirección. Creo que la puesta de escena moderna, como dice Gordon Craig, tiene un montón de signos que sino conviven no podrían ser la propuesta de futuro. Esto lo dijo en 1900. Entonces, je, si ahora aún tenemos que dar gracias porque se nos tenga en cuenta, se nos nombre o se nos tal… estamos un poco mal. Ja, ja.
—¿Qué vio y cuándo en Burgos para dedicarse a esto?
—Desde pequeña ya tenía un cierto movimiento interior como para hacer algo. Al principio, me metí a danza. Pero ni mi cuerpo ni mi voluntad para ser tan metódica me dejaron seguir por ese camino. Mi madre entonces me dijo: “Chica, prueba el teatro”. Así llegué. A través de un grupo pequeño con muchos ideales, en el que ya me encargaba de la escenografía y el vestuario. Un poco de inquietud personal, no de mi familia que nadie se dedicaba al teatro, y juntarme con amigos que también tenían esa misma inquietud me llevaron al teatro.
—Ahora que tiene cinco premios Max y que ya la citan por su apellido en la escena junto a los Miró o los Tapiès, ¿qué les dice su padre a los amigos sobre a lo que se dedica su hija?
—Ya lo tiene bastante controlado. Fue peor al principio. Hace veintitantos años que empecé. Pero ahora ya está todo controlado, ja, ja. Ja, ja, ya saben lo que es la escenografía, escenógrafa, puesta en escena, figurinista, etcétera, ¿no? Ja, ja. Y lo respeta y me siguen mucho. Fue al principio. Cuando le dije: “Mira mi idea era ir a hacer interpretación a Madrid pero voy a hacer escenografía”. Y dice: “¿Esceno… qué?”. Entonces, sí. Pero ahora ya chulea cuando me dan un premio. Y entiende perfectamente cuál es mi profesión. Es más. Para que lo entendiera bien —porque, claro, la gente se piensa que en el teatro no se trabaja, que te levantas muy tarde y todo eso—pues una vez, viniendo a Burgos con una producción en gira al teatro Principal, le dije que se acercase y viera desde la descarga del camión hasta el final. Y no se lo podía creer. Decía: “Pero, bueno, ¿esto es el teatro?”. “Sí”, le dije, “esto es el día a día del teatro”. ¡Jo! ¡Ja, ja, ja, ja! “Pero ¡si habéis entrado a las ocho de la mañana y son las doce de la noche y seguís aquí!”. “Sí”, le dije, “esto es la gira”. Y es el trabajo más duro del teatro pero que es así. La verdad que desde que le hice vivir esa experiencia respeta bastante más a la gente del teatro. Ja, ja.
—¿Qué debe aportar la escenografía y el vestuario a un montaje?
—Debe aportar una lectura rápida, visual de la dramaturgia del texto que tratamos. El público, en general, tiene una muy buena educación visual. Tenemos televisiones que emiten millones de imágenes, o sea, que el espectador actual sabe captar el espacio general, sabe los detalles y la composición visual. Desde la escenografía y el vestuario podemos tratar desde el color, la forma y la composición, entre fondo y forma, fondo la escenografía, forma el vestuario. Podemos, pues, tratar de mantener inquieto al espectador por el trabajo de color y de formas o convocar la serenidad viendo un espacio o incluso provocar hasta mal rollo. La escenografía y el vestuario hablan, hablan por sí mismos y tienen su lenguaje dramático paralelo al texto, a la interpretación. Y que se alimentan unos a otros. Todos los lenguajes de la escena deben alimentarse hacia una misma dirección, deben apoyarse. Lo que no da el texto lo puede ofrecer la imagen. La imagen no tiene por qué reproducir el texto. Es una dramaturgia paralela e independiente. Que apoya pero sin ser narrativa. Si fuera narrativa, sería decoración de modo que el vestuario sería cotidiano. Y siempre lo que sube al escenario es extracotidiano. Por eso es tan importante para la puesta en escena el trabajo escenográfico y de vestuario.
—¿Cómo las trabaja? ¿Eschuchando al director, tomando apuntes mientras lee o atendiendo las peticiones de los actores?
—Todo depende de la puesta en escena con la que nos enfrentemos. No es lo mismo Bajo terapia que El largo viaje hacia la noche. Son puestas en escena totalmente diferentes. En el caso de Bajo terapia, el escenario y la escenografía, tanto por la petición del director como por la puesta en escena que se trata, debe ayudar al máximo a los actores para que se encuentren lo más posible con los personajes. Ahí, yo no soy rígida. No me empeño en, por ejemplo, “tienes que llevar esta falda de tubo”. No. se trata más bien de “¿te sienta bien, te ayuda?”. Es una comunicación más directa con el actor. Son personajes contemporáneos y el espacio tiene que ser cómodo. Y en este caso de Bajo terapia, limpio sin mucha distracción porque lo importante es el movimiento continuo de los actores en el espacio. Pues, bueno, tampoco, es un espacio que va a contar mucho más. Es una sala en donde entran y chispún. Entonces hay que apoyar la puesta en escena en ese sentido. El largo viaje…, sin embargo, sin embargo, es un espacio poético, que ya te da una lectura de dónde estamos y de cómo va a ser el relato. El vestuario es de época. Ellos tienen que estar cómodos pero tienes que conjuntar mucho los tonos, los acabados para que el conjunto tenga un lenguaje visual: el definido. Cada propuesta, cada director, cada equipo requiere de unas necesidades que yo, como profesional, debo de entender desde el principio y seguir e intentarles llevar por mi lado, por mi camino, si puedo y si no, también, je, y hacer un buen balance porque la puesta en escena es un trabajo en equipo, el del equipo artístico, destinados todos a hacer lo mismo. Es mucho de entender, mucho de compartir y mucho de convencer.
—¿El escenógrafo también posee esa manía, ese arrebato del que hablaba Platón, manía en la traducción griega del término, esa chispa de la que hablan los dramaturgos que les ilumina como inspiración para hacer su trabajo o es más bien una labor prosaica?
—Estoy convencida de ello. Igual soy una escenógrafa típica pero nunca me pongo a bocetar hasta que la imagen no está en mi cabeza. Cuando recibo la obra, la leo, la releo, me voy a la cama con ella, la sueño y hasta que no la vea no me pongo, hasta que no me llegue esa chispa que me da el camino del inicio para ponerme a trabajar. Si no te acabara de llegar la chispa, pues tienes que buscar imágenes, trabajar de otra manera más metódica, que también paralelamente se hace. Pero a mí, hasta que no me viene la chispa pues no, je, je, soy capaz de lanzarme.
—¿Sigue luego al pie de obra y sigue la construcción de la obra yendo a, por ejemplo a Ikea, a comprar atrezos y utillajes?
—Depende de la producción. Claro que sí. A Ikea, al rastro, a Humana, a los Retos, a los lugares más insopechados. Ja, ja, ja, ja, ja. Sí. Además es bonito. El ir a buscar al rastro, a los mercados de segunda mano el mueble perfecto o la silla perfecta o de repente el vestido perfecto, tienes que ir tú, no puedes mandar a nadie. Porque sabes lo que quieres, lo que te gusta. Y a veces encuentras joyas. Es una de las cosas que más me gusta a mí. Je, je.
Bueno, pues, salud, mucha suerte, muchas gracias maestra Elisa Sanz por aceptar contarnos una parte de El teatro de los oficios en Ser Avilés.
—Cuando queráis, más y mejor. Muchas gracias a vosotros.
—Aceptamos la invitación. Te tomamos por la palabra.
—Je, je. Muchas gracias a vosotros. Encantada.
©chemacaso2015
Letras, libros y más cosas-Hoy por hoy-Ser Avilés
10 de septiembre 2015

Comments